Aita maitia, ya han pasado 14 años desde tu partida y aquí acudo fiel a esta cita, para recordarte, pero no como el resto de los 364 días del año, sino esta vez por escrito y como siempre aprovechando para hacer balance de todo un año.
La vida sigue, con sus cambios, algunos más patentes y profundos, pero a veces tan necesarios para que esto que llaman vida siga siéndolo, o como se suele decir, que todo cambie para que todo siga igual, o al menos seamos igual de felices.
Y al final todo cambia, alguien se va pero otra persona aparece; tú te fuiste y sufrimos, pero la experiencia de haber pasado contigo el proceso ha hecho que se pueda apoyar a personas cercanas que han pasado a posteriori por una situación similar.
Qué contarte… que nunca te has llegado a ir y es que sigues viviendo en muchísima gente; lo percibo en mí mismo cuando me comporto de una forma que estimo heredada de ti, o cuando varios amigos me decían recientemente en qué les ayudaste, lo que te recuerdan y lo importante que fuiste para ellos. Tu gran amigo… ya sabes quién… él no se olvida de ti y hace poco le decía a ama: «me dió tanto, me acuerdo tanto de él, jamás tendré un amigo igual»…
Ez adiorik. Maite zaitut, aita.
Leyendo tus escritos cada año, en tu blog, a tu aita, se puede decir bien alto y claro, que tu aita allí dónde esté, tiene que estar muy orgulloso de ti.
Un hijo que le recuerda cada año de esta manera tiene que se muy especial. A mi me ha hecho llorar.