Hoy no era un simple miércoles, su curro a tope, con su clase de francés, su vuelta a casa tarde… no no lo era; al final ha sido un día de emociones, de reflexionar, y de plasmarlo ahora aquí. Lo he titulado, sin poner mucho orden en los pensamientos: el día de la práctica.

Me mandaba un mensaje un viejo amigo la noche pasada y me decía que su amama había muerto, que ella solía preguntar por mí y que por eso me avisaba pues pensaba que me interesaría. Esta mujer era la amama de un antiguo compañero de la ikastola. De toda la vida de Bilbao La Vieja, de la ikastola, una grandeza enorme hasta el último momento, coincidí con ella en este Bilbao que al final es un pañuelo. No solía ver mucho a su nieto, pero en los últimos años pensé, joer, dame el teléfono de casa, voy a llamarla, pero al final no lo hice por no molestar y por un poco vergüenza. Hoy en el funeral me daba pena pensar que si la hubiera llamado le hubiera hecho gran ilusión, y a mí también. Ya es tarde para llamarle a ella, pero me voy a aplicar el cuento.

Salido del funeral, y con un poco de casualidad, pues la llamada la ha hecho un familiar, también he hablado con un antiguo familiar después de años, él esperaba una llamada, si bien yo había hecho las últimas… Hemos charlado un buen rato y la verdad que ha merecido la pena.

Qué fácil es decirlo, escribirlo, y a veces que difícil hacerlo, si quiera pensarlo pues estamos enfrascados en ese día a día tan matador… pero no es excusa…

Hoy ha sido el día de la práctica, de aplicar que la vida hay que vivirla hoy, que quizás mañana sea tarde, que las pequeñas cosas son grandes y que a veces hay que echarse para delante y tomar la iniciativa. Quitarse vergüenzas, coger el teléfono, hacerlo, sin pensar demasiado, así como este post. Mañana tengo algo que hacer…

Carmen, goian bego! ¡Esta va por tí!

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